Somos testigos de un despertar del “mandante”, que deja de temer al “mandatario” y exige resultados de gestión
Viendo la historia, en la antigua Grecia, donde la democracia era directa, los ciudadanos se reunían en una plaza y votaban sobre todos los asuntos del Estado. Hoy sería impensable realizar algo similar, ya que los niveles de gobierno han cambiado.
Desde el siglo XVIII, con la revolución francesa y los movimientos de liberalismo, aparecieron una corriente de democracias liberales en las cuales se permiten una democracia indirecta, donde el mandante se convierte en aquel que ordena para que otros hagan, la cual es la llamada: democracia representativa.
Pera contrarrestar esa falta de representatividad directa se han generado los movimientos sociales que ejercen de contra peso con la participación ciudadana.
Varios niveles de incidencia contamos en la actualidad, por ejemplo, podemos ver que el mandante ya no solo es voluntario, sino también controla a través de herramientas como la ley de acceso a la información pública, para saber los niveles de gastos y su efectiva utilización.
El empoderamiento sería el último nivel al que debemos llegar. Esto se dará cuando la administración pública convoque al ciudadano para que en conjunto elaboren políticas públicas, y para eso el ciudadano debe ser altamente educado en civismo y un estado que quiera trabajar en conjunto.
Como resultado en estos 30 años de democracia, en este país sólo hablamos de democracia representativa y tenemos muy poco nivel de crecimiento ciudadano como para involucrarnos en los asuntos públicos.
Cuando veamos que en los programas de estudios se vuelva a plantear la educación cívica como eje de política de estado, allí comenzaremos a vivir una democracia empoderada donde todos sabrán qué rol desempeñar.
FUENTE: 5 Dias